martes, 28 de abril de 2009

Jucumaris



Mientras empiezo a escribir esto, aún no está plegada la figura y la tengo a medio diseñar. El caso es que me había propuesto publicar al menos dos entradas al mes y creo que si empiezo a escribir ahora me sale el post con fecha de finales de abril, a sabiendas de que finalmente vaya a publicarlo en mayo.


Los primeros borradores de oso han tenido resultados discretos. Hay que entrecerrar los ojos, poner algo de imaginación y mucha voluntad, para ver un Tremarctos ornatus, que es como la wikipedia llama al oso que unos dicen andino, otros frontino, aquellos lo llaman jucumari, los de más allá oso de anteojos, ukuku, manaba... Incluso hay gente, versada en letras extranjeras, que se refieren a él como spectacled bear. Ahí es nada.


Párrafo patrocinado por greenpeace: al paso que vamos, este oso con cara de empollón va a tener más nombres que ejemplares. No se qué narices nos habrán hecho los osos en general, pero de ocho especies que hay en el mundo, siete están amenazadas. No está nada mal.



Pues resulta que teniendo en cuenta que además el de anteojos es el único oso sudamericano, un grupo de papiroflectas lanzan a finales de 2008 “La justa de los jucumaris”, que es básicamente un concurso de diseño con el oso andino de motivo.


La idea me parece estupenda. Por una parte, se trata de una excusa perfecta para empezar a nutrir nuestro repertorio fléctico con fauna latinoamericana, la cual ha estado muy infrarrepresentada en el origami, especialmente teniendo en cuenta la megabiodiversidad de la región. Menos elefantes, menos perros y más llamas, más cóndores.


Por otra parte, hace unos años que está floreciendo en Latinoamérica un origami con voz propia, más interesado por emocionar que por optimizar. Iniciativas como ésta pueden ayudar a consolidar un foco creativo que hace tiempo deslumbra con gente como Román Díaz o Daniel Naranjo.


Por mi parte, ahí va ese oso.



Nota técnica: Cuadrado (30 cm x 30 cm aproxi.) de papel metalizado con doble capa de papel seda por la cara metalizada. Si no recuerdo mal, la base guarda algunas semejanzas con el rinoceronte de D. Brill, especialmente por el giro en la cabeza. Esta maniobra es muy útil para mantener el lomo cerrado y poder acceder a un mayor n úmero de capas en la zona de la cabeza, bien sea para sacar puntas (como Brill), bien sea para buscar un cambio de color (como el oso que nos ocupa).


jueves, 2 de abril de 2009

Bestia





Es bastante frustrante ser una bestia de papel. Por más afiladas que sean tus garras, por más terrorífico que sea tu gesto, no dejas de ser una inofensiva pasta de fibras vegetales. Y la gente se aprovecha. A pesar de tu escalofriante mirada, niños con gafas ensayan posturas con tu cabeza, enroscan tu cola, tuercen tus cuernos y juguetean con tus alas. Ése es el precio de cobrar corporeidad. Muy frustrante la verdad.

Donde las bestias de papel todavía mantienen cierta dignidad es en los libros: sea en ediciones baratas de Tolkien, en incunables caballerescos o en pergaminos míticos. Cuanto más viejo sea el papel del que está hecho su refugio, mucho mejor. Esto es simplemente una evidencia de que las bestias de papel se vuelven más poderosas cuanto más lejos se encuentran de la realidad, cuanto más antiguas, cuanto más olvidadas, cuanto más inconscientes.

Esta bestia que les presento hoy – descendiente del linaje de la Hidra, la que fue derrotada por Herácles en el lago de Lerna– ha sacrificado terribilidad por consistencia, así que espero que le reconozcan, al menos, el valor de presentarse frágil.


Nota técnica: un cuadrado de papel sándwich (seda-aluminio-seda) de 80 cm x 80 cm. La base de partida es bastante normalita, una blintz-rana. Como se podrán imaginar, siete de las ocho puntas externas son para las cabezas y la restante para la cola; la parte trabajosa, como se podrán imaginar, es sacar las cuatro patas de la punta central. Será un poco tonto por mi parte, pero me causa cierto orgullo no haber recurrido a injertos para las garras. Las alas, salen de dos de las cuatro puntas pequeñitas que se forman en las bases rana. De las otras dos, una cubre el pecho de la hidra y la otra duerme en la cola. Se le podrían sacar unas espinas, pero no le veo el sentido, francamente. Por cierto, una versión primitiva de esta hidra, muy similar en concepto y estructura, reposa bajo una suculenta capa de grasa en la cocina de mi madre.